SAN SALVADOR, El Salvador.- Hace 29 años nació en la colonia La Luz, en San Salvador, El Salvador y aunque le ha tocado momentos difíciles en el fútbol, para Alexander Vidal Larín, cada partido es una revancha que está llena de aprendizajes para seguir disfrutando del balón, ahora en la Copa Oro volverá a sonreír.

Como muchos niños salvadoreños, Álex corría en las calles y callejones de su colonia, tierra de futbolistas, en donde aprendió a pegarle al balón y que ese amor al fútbol lo fortaleció Mario, su padre.

El primer paso en su carrera fue ingresar a la academia de fútbol Anda, una escuela que contaba con becas y apoyaba a los chicos que querían jugar, fue ahí donde lo observaron y firmó con el equipo Turín Fesa, de la Tercera División, con el que logró el ascenso a la Segunda División, para luego pasar al Roble de Ilobasco.

El debut en la Primera División llegó con el Atlético Marte en la temporada 2011-2012. Desde ese momento su carrera se ha mantenido en ascenso y solo una lesión pudo detenerlo, pero está de regreso.

Aunque comenzó su carrera como media punta y volante izquierdo, la experiencia y el tiempo lo ha llevado a convertirse en el lateral izquierdo de la Selección Nacional de El Salvador.

Del Atlético pasó al FAS, uno de los equipos más populares de El Salvador, en el que estuvo por dos temporadas y media. Su talento hizo que Tigres de México lo observara y comprara sus papeles por 4 años. “Me veían como un buen prospecto”, reconoce.

Con 21 años y un contrato en México, el seleccionado salvadoreño es cedido en préstamo al Herediano de Costa Rica, con el que jugó un año. Luego en el draft del campeonato mexicano llega a Jaguares de la Liga de Ascenso, con el que estuvo un año y medio.

En el 2018 firma con Alianza, equipo del que había sido hincha desde niño, pero que hasta esa época podría portar la camisola. Su buen momento y el bicampeonato conseguido hace que Comunicaciones de Guatemala lo contrate y vuelva a salir al extranjero.

Sin embargo vendría la experiencia más dura que le ha tocado vivir en el fútbol.

El año más difícil

Llegó como campeón a Guatemala en el 2018 con la ilusión de hacer un buen campeonato. Pero en la primera jornada del torneo Apertura, un 28 de julio frente a Xelajú MC, en una jugada que termina mal y se lesiona los meniscos de la rodilla izquierda. Eso era lo que al principio se consideraría. Por lo que lo operan y le indican que en poco tiempo estará de vuelta.

Sin embargo, el diagnóstico fue el equivocado. Al regresar dos semanas después recae y pide otra opinión médica y viaja a México para que lo vuelvan a operar, pero ahora del ligamento cruzado.

“Psicológicamente estaba destrozado, me sentía muy mal. Ha sido el peor año de mi carrera. Fueron nueve meses y dos cirugías en un mes”, confiesa. Y aunque nunca pensó en retirarse del fútbol, tenía mucho miedo de cómo sería ese regreso.

Después de perderse dos torneos cortos, en el 2019 regresa al Alianza. Necesitaba recuperarse física y mentalmente y lo hizo de la mejor manera con un campeonato. La revancha en el fútbol se mantenía y aunque el covid se había interpuesto en sus objetivos porque debió parar nuevamente, después firmó con Isidro Metapán y este año regresó a Guatemala con el Xelajú MC.

El Larín explosivo y de buen toque de balón estaba de vuelta, por ello, el entrenador, en ese momento, de la Selección Salvadoreña,  Carlos de Los Cobos lo vuelve a llamar. “Sabía que era difícil que me convocaran, pero mi nivel estaba mejor”, dice Larín, quien asegura que la competencia en su posición es dura, pues hay jugadores que pasan por buen momento.

El regreso esperado

En la clasificatoria al Mundial de la FIFA Qatar 2022 llega el regreso del habilidoso futbolista frente a Antigua y Barbuda. Ya no sería como volante sino de lateral izquierdo. Asegura que con los años y la experiencia se ha podido acomodar mejor en esa posición.

“Estar en Selección es lo mejor que te puede pasar. Es un gran compromiso pero es una ilusión que uno siempre disfruta”, reconoce.

Del debut en el 2012 frente a Guayana ya han pasado casi diez años desde que Larín ha representado a la Selecta. “Pasaba por un muy buen momento. Fue un año redondo”, asegura. Y aunque con la Selección solo ha marcado en cuatro ocasiones, dice que el que más ha disfrutado fue el que le anotó a México en la eliminatoria al Mundial de Rusia 2018. 

Ese juego se disputó en el estadio Cuscatlán. El portero era Guillermo Ochoa, y aunque ahora no lo podrá enfrentar en la Copa Oro, porque el mexicano participará en los Juegos Olímpicos, tendrá la oportunidad de medirse a los aztecas.

“Que lindo es volver a las grandes competencias. Estaremos en Copa Oro y en la octogonal final. Es un gran premio”, confiesa. 

Ahora al mando del entrenador Hugo Pérez, Larín volverá a ser de los elegidos para enfrentar a Guatemala, Trinidad y Tobago y México, en el grupo A, de la Copa Oro. 

“Tenemos una selección joven que dará pelea y que aunque sabemos que será muy complicado porque todas las Selecciones son fuertes, vamos a luchar pues será muy exigente”, comenta el lateral salvadoreño, quien asegura que cada vez que juegan en Estados Unidos se sienten arropados por los aficionados.

Mientras llega el momento de salir al césped del Toyota Stadium, en Frisco, Texas, para enfrentar este domingo a Guatemala, se divierte con sus amigos con algún juego de playstation en línea, así como las amenas pláticas con su compañero de habitación y socio en el fútbol, el defensa Bryan Tamacas, con quien creció en la colonia Luz y ha disfrutado de muchos momentos.

A su regreso, el seleccionado de 29 años, lo estará esperando su pequeña hija de tres años Eli Alessandra y su esposa Ivy, con quien podrá compartir las tardes, las caminatas o algún juego, y quizá tener una escapada a la playa, uno de sus lugares favoritos en donde recupera energías y disfruta de los atardeceres con la familia. El zurdo está de vuelta y con la ilusión de sobresalir en la Copa Oro para luego pensar en el camino rumbo a Qatar 2022.